viernes, 27 de noviembre de 2020

El sopor me envuelve hasta el ahogo
La humedad suspendida en el aire
la llama que lucha por oxígeno
Tambalea
como mis manos, inciertas en su destino
en tu ausencia
buscan el vacío para hacerse presente
ocupan el espacio al que no llegaste
rozan ese pliegue que esconde el reflejo
es tu imaginación descifrándome
palabras escritas en una piel que se estremece
el anhelo, las ganas

viernes, 11 de octubre de 2019

martes, 5 de abril de 2011

Requiem para Lulú

El tiempo pasa y en mi memoria pareciera ir de regreso.
En un retorno a tu olor, a tu sonrisa, a tus momentos, comienzo tejiendo hilos sueltos. Evocando momentos y trenzando recuerdos...
Recuerdo aquel balcón antes de los cambios, cuando el ruido de la calle era amable y la principal de La Trinidad era doble vía frente al Parroquial. Recuerdo aquel gigantesco helecho colgado de la pared (cuestión de perspectiva), así como la sillita de madera, mi sillita de madera, que siempre me esperaba en cada visita. Recuerdo las tarde de canasta en la mesa de vidrio junto con la tía "Mocita" y los sujetadores de cartas, plásticos, redondos. Las tardes de parchis con apuesta. Los juguetes convenientemente escondidos en las gavetas del "saibó", esperándome como tesoros que me disuadían de jugar con los adornos de vidrio.
Recuerdo aquel día que tú siempre contabas en el que me llevabas a la guardería y yo limpiaba mis moquitos con la manga de mi camisa. Recuerdo las visitas al registro de El Rosal donde trabajabas con esos libracos que competían con mi peso, línea tras línea, risa tras risa en esa oficina de gigantescos escritorios con tus jocosas compañeras de trabajo. Recuerdo la luz del Sol entrando por la puerta del patio trasero de tu oficina, porque me encantaba que trabajaras en una oficina con patio trasero.
Recuerdo tu obsesión por mordernos hasta dejarnos marcados los dientes en los brazos como un reloj, mordiscos de amor de abuela.
Recuerdo cuando fuimos a tomarnos aquella foto que hoy todavía cuelga en tu casa, incluso que esa ropa que llevaba me la regalaste ese mismo día cuando fuimos de compras al Impre.
Recuerdo aquel viaje de casi un mes por Trujillo, Valera, Mérida, Boconó, Bobures, Maracaibo, Morrocoy; con Ballito al volante y parando en cada rincón, cada mirador; conversando y compartiendo como nunca.
Recuerdo tu risa, tu picardía y tu humor volátil de niña valenciana consentida que nunca creció.
Recuerdo tus historias, cómo disfrutabas hablando sobre tu niñez, la familia que se fue temprano porque tú fuiste la niña en casa de gente mayor. Recuerdo con tanto gusto ver una y otra vez las fotos recordando personajes y momentos.
Recuerdo los largos monólogos al teléfono, tan largos que daba tiempo que olvidaras lo que ya habías contado y lo volvieras a contar. Recuerdo escuchar una y otra versión de un mismo hecho porque no recordabas si me habías contado la versión completa o la alterada por tu conveniencia.
Recuerdo tus frases, esas frases que se quedaron con nosotros como "enterarse en la cola de Chacaito".
Recuerdo tu sazón y agradezco infinitamente haber aprendido tu sazón para las hallacas. Heredo una tradición invaluable. Heredo la historia, mi cuota de mañas. Espero heredar al menos un poco de tu fortaleza, empeño, carácter. Esa fuerza que te hacía sobrellevar una tensión que se disparaba a 27.
Heredo todo el amor que le dedicaste a mis hijas, devoción genuina que ellas todavía retribuyen con la misma adoración hacia ti. Todo ese amor hoy me llena y se lo sigo dando día a día en tu nombre.
Gracias Malu bella por todo tu amor. Por amarme como lo hiciste. No recuerdo ni un solo momento amargo, de ti sólo recibí amor y estoy infinitamente agradecida por eso. Serás siempre mi abuela bella y adorada. La que extrañaré eternamente.

martes, 24 de agosto de 2010

Uno a uno los brillos fueron cayendo y salpicando.
Sentí el impulso de lanzar el silencio contra la pared así como lanzaba en este momento ese vaso húmedo y limpio para un destrozo.
Los trozos salpicaron hacia mis pies y hacia mi vida amenazándome con heridas que ya estaban abiertas.
La sangre que fluía durante un impulso y un momento era la misma que latía aquel día cuando decidí callar cuánto te amaba.
Diciembre, 2002

Sentidos

Nos hemos visto, escuchado, olido, tocado, saboreado.
Nos hemos sentido.
Los sentidos nos han llevado a nosotros mismos.
Y nos hemos sentido de muchas maneras.
Y qué bueno saber que es posible seguir.
Seguir recorriendo, descubriendo, absorbiendo, observando, llorando, riendo… sintiendo.
Contigo y sin-ti, presente y ausente.
Sentidos amigos, sentidos amores.

Septiembre, 2002

Too much

Too much, cariño, de referencias y referentes, de alianzas en sonrisas a distancia y de cómplices de telegrama.
Too much, punto, hacen falta los gatos.
Y el teléfono repica en medio de una digestión mientras que los puntos se tropiezan con los silencios y el agua y el jabón no son suficiente.
Too much, como los semáforos, los fósforos, los médicos, los amores.
Definitivamente, hacen falta los gatos.

 Agosto, 2002

Réquiem

Qué mala idea la mía la de ser ucevista siendo mala estudiante. Enamorarme de mis amigos, de mi trabajo. Sufrir crónicamente de bronquitis por respirar tanta injusticia, de gastritis por tragar tanta impotencia y cargar conmigo todo un zoológico de microorganismos que me dan retorcijones como si la conciencia quedara en el estómago.
Pésima mi idea de morir de a raticos en vez de guardarlos todos y caer de un zarpazo.
Que mala suerte la mía, llenarme de nombres sin fondo y de amores que prefieren irse despacio por la puerta trasera, cobardemente...
Y el colmo de mis ingenuidades: aferrarme a mis valores como si fueran pilares de un templo y no los remos de esta barcaza que se tambalea... se tambalea.

Escrito en Julio 2002